La globalización es una palabra de origen anglosajona que indica el proceso de unificación cultural, política y económica en acto en el ámbito planetario. En campo económico, indica la existencia de un mercado mundial de los capitales que deja las decisiones estratégicas a las empresas, desvinculadas de una base territorial y justificada por una estrategia productiva, en función de los costes de producción relativos en los distintos países (masificación del capital) para vender un producto en el mayor numero posible de países. En campo cultural significa la difusión de una mentalidad ultra individualista, no erradicada en el ámbito territorial y que rompe la estructura usual de las sociedades del siglo XX.
Estados Unidos, al final de la segunda guerra mundial había tomado definitivamente la posición de país número uno del mundo y. si antes tenia la Rusia para hacerle frente, después de la caída del muro de Berlín y del abandono del comunismo por parte de los países del este se quedó sola con lo destino del mundo, ademas de controlar los organismos que deberían ser supranacionales como es lo caso del Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y la Organización Mundial del comercio.
La globalización presupone un conjunto de procesos acelerados de orden económico, tecnológico, informaciónal y social en general. Es un hecho que estos procesos representen, por un parte la expansión de las interdependencias de todo tipo alrededor del planeta. Pero también, de otra parte un incremento de la conciencia de los problemas globales. Entre estos problemas destaquen el creciente desequilibrio económico mundial, la degradación del medio ambiente y los comportamientos caracterizados por el racismo y la falta de aceptación de la diversidad cultural en un mismo espacio de convivencia.
En realidad, desde un punto de vista económico, el capitalismo ha sido siempre un sistema con vocación mundial; el comercio internacional y la internacionalización de las inversiones han sido dos de sus elementos esenciales.
En los últimos años, no obstante, el peso de los aspectos internacionales de la economía se ha acentuado. Dos de los aspectos fundamentales de la globalización de la economía han sido el aumento explosivo de los movimientos financieros y monetarios y la internacionalización de las inversiones directas con el consecuente incremento de los negocios internacionales.
Paralelamente, se han creado nuevos instrumentos de regulación de las relaciones económicas internacionales; instrumentos tanto multilaterales (creación de la Organización Mundial de Comercio y entrada en vigor de sus nuevos acuerdos sobre servicios y sobre propiedad intelectual; negociaciones de un acuerdo multilateral de inversiones extranjeras)) como bilaterales (NAFTA, MERCOSUR, acuerdos bilaterales de la Comunidad Europea y de sus Estados miembros con países terceros.)
Los agentes económicos y sociales son los protagonistas de la globalización pero no controlan su evolución y descubren con frecuencia tarde cómo les afecta. Los agentes políticos, por otro lado, parecen a menudo desbordados por los acontecimientos sin saber qué papel juega. La diversidad de culturas y civilizaciones contrasta con la una idea, bastante difusa en Occidente ,y en e Estados Unidos en particular, de la supremacía universal de la cultura occidental. El credo universalista occidental afirma che los pueblos de todo el mundo deberían recibir cultura, valores e instituciones occidentales porqué ellos representan la forma di pensamiento más alta, iluminada y civil de toda la humanidad. Pues la fe occidental en la validez universal del proprio modelo, sobretodo en cuanto a desarrollo económico tiene tres defectos: Es falsa; es inmoral y es peligrosa.
Es falsa porqué en realidad el neoliberalismo, es decir, la ideología actual y central de la globalización, no remite a criterios de desarrollo sino de crecimiento económico. El neoliberalismo no contempla mercados nacionales sino puntos de inversión y comercio privilegiados. Los grandes expositores de esta versión son el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y las multinacionales entre otros. Se trata de una ideología tecnocratica del mercado total, (“todo debe tener precio”), de la competitividad y de la eficiencia. Es un modelo que centra la acumulación en la exportación, un sistema de altas ganancias sin crecimiento y que por ello remite a una altísima concentración de la riqueza y de poder. Es inmoral, porqué este enfoque llamado “mundo de las oportunidades” es un modelo que remite al capital especulativo y no obstante dinamice los servicios no puede funcionar sin precarizar la fuerza de trabajo y sin provocar una fuerte exclusión social. Producir con eficiencia y consumir con opulencia es el lema de esta sociedad sin alternativa que proclama que siempre habrá pobres, que el mundo es de los vencedores (es decir que hay perdedores) y que los vencidos son culpables de su derrota. Se trata en definitiva de una sociedad en que no cabe ni todos los seres humanos (con sus culturas plurales) ni la reproducción sostenida de la Naturaleza. Es peligrosa porqué los intensos flujos de capital golondrina (“hot money”), que en menos de veinticuatro horas son capaces de abandonar un país y dejarlo en la ruina (como ha pasado, por ejemplo en México en 1994 y en 1997 en el Sudoeste Asiático)
Muchas de las grandes multinacionales tienen empresas en países subdesarrollados que en virtud de las facilidades que los gobiernos de estos países ofrecen y principalmente debido al bajo coste de la mano de obra y cuando llegan crían empleo y un crecimiento económico de estos países. Cuando encontrón mejores oportunidades, no piensan dos veces y dejan un país de una forma tan rápida como han entrado, provocando la exclusión del mundo laboral de millones de personas que se van a encuentran fuera de la sociedad de sus beneficios Es un sistema que no admite la intervención del estado para amorriñar estas consecuencias, ya que el estado mismo prácticamente ha desaparecido ante la fuerza arrolladora del neo-liberalismo, el endiosamiento del Mercado y la imposición de pautas culturales homogéneas en todo el mundo. Además hay un riesgo concreto de que el endiosamiento del consumo de productos impuestos mundialmente, la “cocalización” o “macdonalización” el desmoronamiento de las fronteras y el influjo homogeneizador nos lleven a la pérdida de una identidad nacional de valores culturales y sociales. Además este proceso por el cual las economías nacionales se integran de modo progresivo en el marco de la economía internacional, hace que su evolución dependa cada vez más de los mercados internacionales y menos de las políticas económicas gubernamentales. Así’ que la política va perdiendo poder beneficiando los especuladores financieros y algunos empresarios que pueden de-localizar su propria empresa.
Nuestro mondo es lo mas parecido a un mercado, por una parte se nos explica que hay que competir en el mercado, y por otra, en todo momento se nos dice lo que necesitamos para ser felices: un ordenador, un móvil, unas vacaciones etc. El poder del mercado se basa en que a través del directamente o indirectamente se controla los individuos: el uso de su tiempo nuestra actividad como individuos queda regulada por una combinación de precios ordenes y persuasiones.
Organizaciones y individuos compiten por el poder, los empresarios para ampliar el mercado, los venerables tratan de extender sus jerarquías y los jerarcas su jerarquía. Paradójicamente la finalidad del mercado es el mercado mismo. Se compra para vender y se vende para comprar. Los bienes ya no se cambian por su valor de uso sino por el valor de cambio.
Para ser considerado ciudadano se hace necesario trabajar, es decir entrar el mercado (laboral) y aceptar sus reglas. Si al mercado hacen faltas unas determinadas figuras profesionales, las Universidades amplían sus ofertas formativas en esta dirección y la mayoría de los futuros estudiantes universitarios elegirán supuestamente una carrera con un perfil que se ajuste a lo pide el mercado laboral. Si el mercado requiere flexibilidad, salarios bajos o un 4% de paro (fisiológico) hay que aceptarlo, simplemente porque’ lo pide el mercado.
El crecimiento de la desigualdad de los últimos años en EE UU, y en casi todas las sociedades europeas, se suma la creciente sensación de inseguridad social. Hoy se sienten perdedores de la última fase de la globalización, de la crisis y de las nuevas tecnologías no solo las comúnmente llamadas clases trabajadoras, sino también las clases medias en EE UU y Europa.
Un gobierno global debería tener como objetivo establecer y garantizar un ordenamiento internacional de paz. Es evidente la necesidad de pensar y tratar de aplicar un proyecto de ciudadanía internacional. Paralelamente, una responsabilidad global, debería proponer y sostener un mínimo de moral común entre los pueblos y entre les culturas que comparten un mismo territorio. Esta finalidad exige el hecho de pensar y llevar a la practica un proyecto de ética intercultural, dado que la globalización ha manifestado las limitaciones de los planteamientos éticos y civiles de contenidos monoculturales. En fin, una sociedad de derechos compartidos requiere cultura de valores ético-civiles también comunes.
Un concepto de desarrollo común, que garantiera la supervivencia, la coexistencia pacífica y la prosperidad de la población mundial, es imprescindible avanzar en estas dos vías como formes de regulación mínima, pero compartida por individuos y sociedades. Es importante entonces tener presente que se trata de caminos interdependientes.
El desafío está planteado, los cambios son profundos e imparables. El sistema no reconoce fronteras y trata de imponerse y afianzarse en todo el mundo. Está en juego el futuro mismo de nuestra sociedad.
* Cristiano Procentese è Dottorando di ricerca in Filosofia all’Università di Barcellona, ricercatore del GIRCHE (Grup Internacional de Recerca “Cultura, Història i Estat”) e docente di Filosofia e Scienze Sociali nelle Scuole superiori di Udine